En foco 19: "Alegría en Cristo", más que un lema
La alegría en Cristo nunca nos debe hacer sentir avergonzados, sino que la queremos compartir con todos. - Pensamientos del Apóstol de Distrito Andrew H. Andersen de Australia sobre el lema del año 2015.
La alegría en Cristo es una actitud interna irradiada por un cristiano creyente, practicante y fiel. Comienza ganando reconocimiento sobre quién es Cristo. Logramos tener este reconocimiento a través de lo que nos enseñan nuestros padres o bien a través del testimonio de una persona en la que confiamos.
Cuando reconocemos que Jesucristo es el Hijo de Dios, crece nuestro respeto ante Él y podemos trabajar en nuestra relación con Él.
Las experiencias en la fe contribuyen a que pronto se desarrolle una relación muy personal y de gran confianza, de manera que nuestro agradecimiento pase a primer plano.
Este desarrollo lo atravesó cada hijo de Dios, de una u otra manera. A partir de allí surge alegría en Cristo que nos acompaña en nuestro camino de la fe y de la vida.
Esta alegría repercute básicamente en nuestro ser y se convierte en un componente esencial de nuestro carácter. Se la puede describir como una actitud con la que el individuo emprende su vida.
La parte visible de nuestra alegría en Cristo comprende varios aspectos, como por ejemplo:
- nuestro agradecimiento. Proviene de reconocer la gracia que nos fue regalada y de vivir en unión, lo que nos vincula con Cristo, nuestro Redentor. Es importante que estemos agradecidos por lo que tenemos y no nos enojemos por lo que no tenemos.
- nuestra confianza. Aumenta cuando reconocemos que Cristo siempre está con nosotros y que podemos confiar en Él incondicionalmente. Sentimos siempre su presencia.
- la espera de su retorno. Él vendrá otra vez para llevarnos con Él a su reino. Él cumplirá esta promesa.
Nuestra alegría en Cristo no sólo está limitada al tiempo en el que estamos juntos en la comunidad con nuestros hermanos y hermanas. Es más bien una señal clara de quién somos. Que otros puedan ver y sentir nuestra alegría en Cristo no es porque la queremos exhibir, sino porque vive en nosotros y no la podemos ocultar. Esto nunca nos debe hacer sentir avergonzados, sino que la queremos compartir con todos.
Foto: NAC Auckland