Augsburgo: la ciudad donde se firmó la paz religiosa

En el siglo XVI, la controversia sobre las tesis de Lutero llevó al reformador a Augsburgo (Alemania). Allí se produjo primero una fuerte disputa y luego se llegó a un acuerdo que aseguró la paz entre las confesiones durante años. Ahora el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider visita esta ciudad.

La fe les ha dado a los habitantes de Augsburgo un día festivo más: cada año, el 8 de agosto, la ciudad celebra la Fiesta de la Paz. En lugar de ir a la oficina, mucha gente acude ese día a la plaza del Ayuntamiento para compartir su comida y celebrar con los demás en la mesa de la paz. Es un espectáculo hermoso y una tradición que se celebra desde hace pocos años, pero que tiene sus orígenes en el siglo XVI.

Es octubre de 1518 cuando Martín Lutero llega a Augsburgo. Poco más de un año antes, había publicado sus 95 Tesis en Wittenberg, cuestionando algunas opiniones y prácticas religiosas imperantes, como la venta de indulgencias. Lutero provocó un terremoto en el Imperio Alemán y en Roma. La Iglesia Católica lo acusó de herejía y lo sometió a juicio. Si no se retractaba, moriría. En una audiencia en Augsburgo, debe responder al enviado papal, el cardenal Tomás Cayetano, y retractarse de sus tesis. El duelo de los teólogos tiene lugar los días 12, 13 y 14 de octubre de 1518 y termina sin acuerdo.

Lutero en Augsburgo: fuerte disputa con el enviado papal

Lutero se niega a retractarse y cuando al tercer día abandona la sala sin más, se dice que Cayetano gritó tras él: “No hablaré más con esta bestia, pues tiene los ojos hundidos y especulaciones caprichosas en la cabeza”. Lutero huye de Augsburgo, ayudado por el hijo del alcalde, que le mantiene abierta una puerta de la muralla de la ciudad y lo dirige con las palabras: “¡Aquí abajo!”.

Pocos años después, en 1530, se pronuncia en Augsburgo la “Confesión de Augsburgo”. Esta “Confessio Augustana” contiene los principios esenciales de la “nueva” fe. Otros 25 años más tarde, los partidarios de la Confesión finalmente son equiparados a los de la Iglesia Católica Romana. Se firma la Paz Religiosa de Augsburgo, que hace posible –al menos durante unos años– la coexistencia pacífica de ambas confesiones.

Esta coexistencia sigue hoy grabada en piedra en el paisaje urbano. Siglos más tarde, dos iglesias –la evangélica y la católica, cuyos edificios están estrechamente unidos– siguen dando testimonio arquitectónico de la coexistencia pacífica de las confesiones. Los miembros del clan familiar católico de los Fugger tienen su sepultura en la iglesia evangélica de Santa Ana. La comunidad nuevoapostólica más grande de Augsburgo se encuentra a poco más de un kilómetro de estos lugares especiales, en una zona residencial caracterizada por barrios históricos, por un lado, y modernos bloques de departamentos, por el otro.

Los Servicios Divinos públicos solo estaban permitidos en dos Iglesias de Baviera

En 2021, la Iglesia Nueva Apostólica celebró aquí un gran aniversario: hacía 125 años que se había establecido en Baviera y, por lo tanto, también en Augsburgo. Dos hombres de Turingia, Theodor Ackermann y Valentín Schmidt, viajaron al Estado Libre para fundar allí comunidades nuevoapostólicas. No era una misión fácil, porque en aquel entonces en Baviera solo podían celebrar Servicios Divinos públicos la Iglesia Evangélica y la Iglesia Católica. Ackermann se estableció en Augsburgo, Schmidt en Múnich. A partir de esas ciudades, la fe comienza a difundirse. Al principio disfrazan los Servicios Divinos como reuniones de café e invitan a las personas interesadas a sus casas. Aun así, los primeros cristianos nuevoapostólicos fueron sellados en Augsburgo en 1896.

Fue precisamente una mujer la que unos años más tarde ayudó a la Iglesia Nueva Apostólica a practicar libremente su fe: Anastasia Schmidt, esposa de Valentín Schmidt, presentó una petición al príncipe regente Leopoldo de Baviera, quien finalmente permitió a los cristianos nuevoapostólicos practicar libremente su fe en julio de 1906. El número de miembros de la comunidad de Augsburgo creció rápidamente a partir de entonces. En 1949 ya había 800 creyentes, por lo que la Dirección de la Iglesia decidió construir un edificio propio: el de la “Stettenstrasse”, como lo llamaban los miembros de la comunidad.

En el amplio edificio de la iglesia caben 900 creyentes, lo que convierte a la iglesia de la “Stettenstrasse”, con sus casi 450 miembros, en una de las mayores comunidades de Baviera. Esta es otra de las razones por las que los Servicios Divinos especiales y “grandes” de ese distrito de la Iglesia suelen celebrarse allí. No solo los miembros de la Stettenstrasse se preparan desde principios de año para la visita del Apóstol Mayor el 1° de octubre. “Ahora que nuestro Apóstol Mayor visita nuestro distrito, todo el distrito se ha involucrado desde el principio”, dice Peter Orf, dirigente de la comunidad de la Stettenstrasse.

Los hermanos y hermanas esperan con gran alegría este día. Ya se están formando grupos de vehículos de las comunidades de los alrededores, el coro y la orquesta llevan semanas ensayando y están felices de poder hacer música en un círculo tan grande. En la página web del distrito, una pantalla digital cuenta los días, horas, minutos y segundos que faltan para el gran día.

La Fiesta de la Paz de Augsburgo

Pero volvamos a Augsburgo y a su turbulenta historia de fe: la razón por la que la ciudad celebra hasta hoy su Fiesta de la Paz el 8 de agosto se remonta a esa fecha en 1629. Pues aunque católicos y evangélicos habían vivido en armonía desde 1555, esta paz iba a verse considerablemente perturbada una vez más. Ese día de verano, fueron despedidos todos los predicadores evangélicos, sus iglesias cerradas y el emperador Fernando II mandó demoler dos de ellas. Los creyentes evangélicos tuvieron que celebrar sus Servicios Divinos al aire libre durante cuatro años. Todavía hoy se conmemora ese día en Augsburgo.

Por cierto, la Fiesta de la Paz hace tiempo que dejó de ser un asunto entre católicos y evangélicos. Con los años, se ha convertido en un acontecimiento en el que oradores de todas las religiones del mundo leen saludos a los ciudadanos, y los habitantes de Augsburgo comparten su comida con refugiados y personas de muchos países en la mesa de la paz. Cada tres años, la ciudad de Augsburgo también concede su Premio de la Paz a personas comprometidas con la reconciliación y el entendimiento.

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Nicole Prestle
26.09.2023
Alemania, servicio Divino, personalidades