En foco 10/2016: ¡A no rendirse!

Seguir siempre adelante, no resignarse, no capitular. ¿Y si avanzar una vez más parece imposible? El Apóstol de Distrito Wolfgang Nadolny (Berlín-Brandeburgo) nos recuerda un potencial existente.

Si en un cuaderno de apuntes escribiésemos para cada día del año una página con vivencias y pensamientos sobre el lema "vencer con Cristo", seguramente sería muy interesante y edificante leer de tanto en tanto nuestros apuntes.

También practicable sin actos heroicos

Nuestra vida es como uno de esos cuadernos. Cada día deja su impresión muy particular, que lleva la impronta de nuestros pensamientos y sentimientos, de nuestras acciones y de nuestra vida con Dios. En su mayoría no se trata de cosas espectaculares. El Apóstol Mayor Wilhelm Leber dijo en una oportunidad algo así como que en la vida de una persona hay sólo muy pocas oportunidades para grandes actos heroicos, si las hay. Pero cada día una pequeña acción para Dios y el prójimo –eso debería ser posible.

En uno de nuestros cantos, el poeta encontró las siguientes palabras para expresarlo:

Cada día de nuevo odiar el pecado, cada día de nuevo dejar el mal,
cada día de nuevo evitar la tentación, cada día de nuevo sufrir con paciencia,
cada día de nuevo tomar la gracia, cada día de nuevo crecer y madurar,
cada día de nuevo inclinarse en humildad, cada día de nuevo escalar a lo alto,
cada día de nuevo orar y luchar, cada día de nuevo triunfar sobre uno mismo,
cada día de nuevo practicar la misericordia, cada día de nuevo esperar y amar,
cada día de nuevo confiar en el Señor, cada día de nuevo ver la ayuda,
cada día morir y resucitar, cada día pisar en las huellas de Jesús,
este elevarnos con Él lo llamaría: "Nuestra carrera de cada día".

Contra nosotros mismos, no contra el prójimo

El Evangelio no promete en ninguna parte que el camino al reino de Dios es un paseo. En muchísimas partes habla de luchar contra el mal, contra el pecado y contra nuestras debilidades. La lucha espiritual no se dirige en contra de otras personas. Con bastante frecuencia debemos luchar en contra de nosotros mismos.

El Apóstol Pablo alienta a su amigo y hermano Timoteo: "Pelea la buena batalla de la fe" (1 Timoteo 6:12). Y al final de su vida pudo decir de sí mismo: "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe" (2 Timoteo 4:7).

En la primera epístola de Juan leemos: "Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe" (capítulo 5 versículo 4). Por lo tanto, se necesita una fe firme para vencer el mundo del mal. En este sentido, luchemos cada día por una pequeña victoria. También cuando una y otra vez transigimos con el pecado y somos derrotados por el diablo, nunca nos rindamos. Jesucristo es nuestro "abogado para con el Padre". Él nos da una y otra vez su cuerpo y su sangre en la Santa Cena para fortalecernos. No hay motivo para rendirse.

Vencer con las aptitudes cristianas

En cada uno de los siete mensajes a las iglesias de Asia Menor hay al final una promesa: "El que venciere...". Estas epístolas se caracterizan por su auténtica sabiduría divina. Primero, se destaca lo bueno de cada iglesia. Se la elogia por sus buenas obras y su carácter. Pero después se mencionan muy claramente sus deficiencias. Le siguen indicaciones sobre lo que hay que hacer mejor; se dan consejos vinculados con la exhortación de actuar estrictamente cómo se pide. ¡Se trata nada menos que de la vida eterna! Las epístolas finalizan con grandiosas promesas de Dios, acerca de todo lo que recibirán los vencedores. Resumiendo están las palabras: "El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo" (Apocalipsis 21:7). ¡Qué gran victoria con Cristo!


Foto: Oliver Rütten

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Wolfgang Nadolny
14.06.2016
lema 2016