En foco 10/2017: Obras maestras
El Apóstol de Distrito Joseph Opemba Ekhuya está fascinado por la sabiduría divina y sus efectos. Una fuente de inspiración proveniente de África del Este con alusión a un rey, un piloto y la altura de vuelo de las águilas.
Alabemos y glorifiquemos a Dios por la sabiduría que se expresa en todas sus obras. En Salmos 139:14, que se la asigna al rey David, este confiesa la sabiduría de Dios de una manera grandiosa: "Te alabaré; porque formidables; maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien". Como el rey David, también es necesario que nosotros nos ocupemos seriamente de las obras de Dios y las contemplemos. Ya sólo el desarrollo de una vida humana es una gran obra maravillosa. Merece gran respoeto y toda nuestra atención. Dios creó un camino para que su creación se pudiese reproducir de múltiples maneras –una obra grandiosa.
Hace poco en un vuelo de cabotaje, el piloto comenzó a leer el diario. Un hombre mayor, que estaba sentado detrás de él, pronto comenzó a transpirar por el miedo, pero no dijo ni un tono. Al piloto no le quedó oculta la expresión de temor de su rostro. Tranquilizó al pasajero con las palabras: "No te preocupes, este avión conoce el camino a casa. Hasta un cierto grado está en condiciones para pensar por sí mismo". El hombre se calmó. El tecnología moderna puede hacer esas cosas hoy. Pero esto es obra humana y un producto de su intelecto. Que el hombre pueda crear cosas grandiosas, únicamente tiene su motivo en que fue creado a imagen de Dios.
Cuando Dios habló con Job, le dio a entender claramente que Él, Dios, era el que había creado todo; lo cercano, lo lejano y lo invisible. En Job 38, Dios le pregunta a Job: "¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?". Y siguió: "¿Vuela el gavilán por tu sabiduría, y extiende hacia el sur sus alas? ¿Se remonta el águila por tu mandamiento, y pone en alto su nido?" (Job 29:26-27). Job no pudo responder a las preguntas y al final sólo dijo: "He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca" (Job 40:4).
Cuanto más reflexionemos sobre las obras de Dios, tanto más tomaremos conciencia de cuán sabio Él es. Alabémoslo respetando su creación.
Foto: Oliver Rütten