Vivos y muertos, una comunión en Cristo

La concepción del más allá en la Iglesia Nueva Apostólica suscita preguntas: ¿En qué condición están los muertos? ¿Por qué necesitan los Sacramentos? ¿No tiene que ver esto con el espiritismo? Explicaciones sobre una doctrina fuera de lo común.

La práctica de la Iglesia Nueva Apostólica de dispensar los Sacramentos a los difuntos, es única en su género en el cristianismo. Su iniciador fue el Apóstol Friedrich Wilhelm Schwartz, cuando en 1872 un niño murió sin poder ser bautizado y sus padres estaban preocupados por su salvación.

Ya se encuentran indicaciones sobre estos actos entre los primeros cristianos. Así, la Biblia informa que algunos se dejaban bautizar en lugar de los muertos. Lo central para nuestra concepción del más allá es la fe en la "voluntad salvífica universal de Dios": Dios quiere que todos los hombres sean salvos.

¿En qué condición se encuentran los difuntos?

El Nuevo Testamento y la fe nuevoapostólica, que se basa en él, son muy reticentes con respecto a describir el mundo de los difuntos. Sin embargo, existe la certeza de que la personalidad del ser humano queda preservada también en la muerte. Cada difunto es inconfundible y sigue siendo el ser amado por Dios.

Según la concepción general, en la condición del alma –cercanía o lejanía de Dios– la muerte en sí no cambia nada. Sin embargo, la fe nuevoapostólica cuestiona la concepción de otras confesiones, de que el hombre cuando muere ya no puede cambiar la posición que adoptó ante Dios mientras vivía. Más aún, aquellos difuntos que se encuentran alejados de Dios, requieren una dedicación especial: las intercesiones.

¿Por qué los difuntos dependen de los Sacramentos?

Los Sacramentos fundamentan y afirman el ser cristiano. Como "sí" de Dios al hombre, el Bautismo con Agua, ya de por sí, es indispensable. Quien quiera recibir salvación, y para ello tiene que ser fortalecida y conservada su fe, necesita la recepción de los Sacramentos.

Con su dispensación, conforme a la convicción nuevoapostólica, cambia la condición de los muertos. Naturalmente, no se trata de volver a bautizar a los difuntos que no eran nuevoapostólicos, o de hacer nuevoapostólicos a los difuntos que sean sellados, sino únicamente de transmitir la salvación de Dios.

¿Tiene nuestra concepción del más allá algo que ver con el espiritismo?

El espiritismo moderno surgió en el siglo XIX. Es el intento de ponerse en contacto con los muertos y preguntarles, por ejemplo, en qué estado se encuentran y cómo es el más allá.

Ya el Antiguo Testamento hace mención acerca de consultar a los muertos, pues en el mundo pagano de Israel el espiritismo era parte de la práctica religiosa. Sin embargo, los informes al respecto –como el relato de la adivina de Endor– tienen por objeto evidenciar la lejanía de Dios. La Biblia rechaza terminantemente el consultar a los muertos.

En nuestra concepción de l más allá, por el contrario, no hay intento alguno por establecer contacto con los difuntos para enterarse algo de ellos ni tampoco del más allá. Aquí Dios se vale de los hombres, es decir de los Apóstoles, únicamente para hacer accesibles los Sacramentos a las almas de los difuntos.

Nuestra concepción del más allá no pone de manifiesto otra cosa que la voluntad salvífica universal de Dios, que comprende a los vivos y a los muertos. Y esto también lo documenta la certeza de que la Iglesia de Cristo es en sí misma una comunión de vivos y muertos.


La última edición de la revista para los miembros "community" ofrece más explicaciones a estas preguntas. Los fundamentos de nuestra concepción del más allá están explicados en el número anterior, el 4/2017.


Foto: bellan / Fotolia

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