¿Cómo podemos inculcar a nuestros hijos el amor divino y, al mismo tiempo, animarlos a aprender de sus errores? Consejos prácticos.
Estamos profundamente convencidos de que Dios es amor (cf. 1 Juan 4:8). Así como Jesús explicó en sus parábolas, podemos transmitir a nuestros hijos que Dios no es un juez severo, sino un Padre lleno de amor que nos espera con los brazos abiertos. Sin embargo, esto no significa que nuestro comportamiento no tenga consecuencias. Por amor a Dios, queremos dar lo mejor de nosotros mismos.
Cuando los niños cometen errores, debemos animarlos a ser sinceros consigo mismos y con Dios. Podemos recordarles que está bien cometer errores, ya que son parte natural del ser humano. Debemos centrarnos en que Dios nos ama a pesar de nuestros errores y que siempre nos tiende la mano.
Jesús también nos enseñó el arrepentimiento y la conversión. Cuando los niños comprenden que en el arrepentimiento hay un proceso sanador que nos acerca a Dios, pueden comprender mejor el amor divino. La parábola del hijo pródigo (cf. Lucas 15:1-32) es un maravilloso ejemplo del amor incondicional de Dios y del alegre recibimiento que nos espera cuando volvemos a Él.
No solo debemos explicar a los niños los principios del amor y el perdón, sino también darles un ejemplo sincero de cómo lidiamos con nuestros propios errores y los de los demás. Al enseñarles que Dios no se enoja cuando cometemos errores, sino que su amor nos anima a mejorar, creamos un ambiente de aceptación y seguridad. De esta manera, podemos ayudar a los niños a desarrollar una conexión más profunda con Dios.
Cinco consejos prácticos para ello:
- Oración y gratitud: podemos animar a los niños a orar con regularidad y a dar gracias a Dios por su amor y su perdón. Las oraciones en común ofrecen una ocasión para hablar de experiencias y retos personales.
- Historias de la Biblia y conversaciones: podemos leer con los niños historias de la Biblia que destaquen el amor y el perdón de Dios. Al hablar sobre ellas, podemos descubrir junto con los niños cómo pueden aplicar los mensajes a su propia vida.
- Corrección y orientación: perdonar los errores no significa ignorarlos o simplemente aceptarlos. Los niños deben comprender que la corrección con amor no es un castigo, sino una forma de guiarlos por el buen camino. Utilicemos los errores como oportunidades de aprendizaje y animemos a los niños a reflexionar sobre sus experiencias.
- Elogios y reconocimiento: si no solo elogiamos los éxitos de los niños, sino sobre todo sus esfuerzos, les mostramos que el amor de Dios es constante, independientemente de sus logros o errores.
- Paciencia y comprensión: cuando los niños cometen errores, necesitamos paciencia. Así podemos recordarles que Dios también es paciente y comprensivo.
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Sobre la autora

Maraike Finnern trabaja como profesora y orientadora escolar en una escuela primaria de Hamburgo. Dirige el grupo de trabajo “Niños y Enseñanza” de la Iglesia regional Alemania del Norte y del Este.