
“Es tiempo de hacer el bien”. El lema del año se aplica sobre todo a los niños. Y también es bueno estar anclado en la comunidad. ¿Cómo pueden hacer amigos los niños en la Iglesia? Consejos no solo para los padres.
En las comunidades celebramos juntos el Servicio Divino, nos apoyamos mutuamente, nos comprometemos con los demás, aprendemos unos de otros y a través de nuestra unidad damos testimonio del amor de Cristo entre nosotros. Los niños deben tener las mejores oportunidades para crecer en esta comunión. Cuando un niño cultiva amistades sólidas en su comunidad, es fácil que tenga un sentimiento de pertenencia y aceptación en la comunidad, y que se involucre activamente.
La base más segura para integrar a los niños en la comunidad es el ejemplo que dan sus padres. Si asistimos regularmente a los Servicios Divinos con nuestros hijos, participamos, mostramos un interés genuino por los demás y nos reunimos con ellos con el corazón abierto, los niños harán lo mismo a su manera.
Cuantos más encuentros intensos pueda experimentar un niño, mayores serán sus oportunidades de aprender a cultivar una relación afectuosa con los demás. No solo es importante que un niño tenga tantos compañeros de la misma edad a su alrededor como sea posible para que pueda elegir amigos entre ellos. Al igual que una familia, la comunidad está formada por personas de todas las generaciones y en distintas situaciones vitales que pueden cultivar y disfrutar de maravillosas amistades.
Consejos específicos para los padres: Asistir regularmente a los Servicios Divinos y a las clases en la Iglesia. En las clases, los niños no solo conocen a otros niños, sino que también aprenden a través de las historias bíblicas un lenguaje con el que pueden compartir con otros sus cuestiones personales de fe.
Cultivar sus propias amistades: Los niños aprenden de las interacciones de sus padres con los demás. Al principio, podemos hacerlos partícipes de nuestras propias amistades y ver si podemos incluirlos y cómo.
Llevar a los niños con nosotros: Aunque la Iglesia, por ejemplo, se limpia más rápidamente sin un niño, los niños también pueden encontrar y mantener el contacto con los demás mediante actividades sencillas, como pasar juntos la aspiradora.
Crear oportunidades: Los padres pueden organizar reuniones fuera de la Iglesia, por ejemplo, en casa, donde los niños puedan pasar suficiente tiempo con otros en un entorno protegido.
Intercambiar: Junto con los maestros y los portadores de ministerio, los padres pueden averiguar qué oportunidades hay de relacionarse y cómo pueden organizarlas juntos.
Involucrar a las comunidades vecinas: La colaboración entre dos comunidades aumenta las oportunidades de hacer amigos. Sin embargo, cuanto mayor es la distancia, más difícil es mantener las amistades. Cuanto más cortas sean las distancias, más fácil será que los niños se conozcan.
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Sobre la autora

Maraike Finnern trabaja como profesora y orientadora escolar en una escuela primaria de Hamburgo. Dirige el grupo de trabajo “Niños y Enseñanza” de la Iglesia regional Alemania del Norte y del Este.