En foco 12/2021: Encuentros con Dios

Una zarza ardiente, estruendos y relámpagos. La Biblia describe los encuentros con Dios como muy poderosos y aterradores. El Apóstol de Distrito Joseph Opemba Ekhuya (África del Este) escribe por qué, no obstante, los espera con alegría.

Nuestro lema para este año apunta a la futura comunión con Dios. Jesús dijo que vendría otra vez para llevar consigo a los que lo aman, para que estén donde Él está, es decir, en la presencia de Dios, el Padre. Esto desencadena en nosotros ciertos sentimientos y quizá nos preguntemos cómo será en el cielo. En la Biblia leemos acerca de individuos que tuvieron un encuentro con Dios y relataron su experiencia.

Moisés tuvo un encuentro con Dios en una zarza ardiente (Éxodo 3:2-6). Su primera reacción fue de curiosidad y asombro. El arbusto ardía, pero no se consumía. Luego Dios le habló desde la zarza y le dijo: “No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es”. De repente, Moisés tuvo miedo y ya no pudo mirar la zarza ardiente.

El pueblo de Israel también tuvo un encuentro con Dios y fue en el Sinaí. Estaban aterrorizados cuando experimentaron el estruendo y los relámpagos, el sonido de la bocina y el monte que humeaba. Era tan aterrador que le dijeron a Moisés: “Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos” (Éxodo 20:19).

Isaías también describe un encuentro con Dios en el templo como algo aterrador. En Isaías 6:5 dice de sí mismo: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”.

Antes de convertirse en Apóstol, Pablo tuvo un encuentro con Jesús. Se dirigía a Damasco para arrestar allí a los cristianos. En Hechos 9:3-5 se informa que repentinamente lo rodeó un resplandor de luz del cielo lo rodeó y cayó al suelo. Entonces una voz le dijo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”. Temblando y temeroso, preguntó al Señor: “¿Quién eres, Señor?”. Entonces Jesús le dijo lo que tenía que hacer.

Al leer todo esto, uno podría pensar: “Si un encuentro con el Señor es tan aterrador, no tengo interés en ir al cielo”. Pero la Biblia también informa que a los que aceptan a Jesús y son hijos de Dios se les da la oportunidad de conocer al Señor de una manera diferente.

En 1 Juan 3:2 dice: “Aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”. Ese es el futuro que esperamos. Parece que Jesús estaba preparando a sus discípulos para el futuro, pues llevó a tres de ellos al monte y se transfiguró en su presencia. Su rostro resplandeció como el sol y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Les aparecieron Moisés y Elías, y hablaron con Jesús. Y entonces Pedro contestó: “Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí” (Mateo 17:4).

Si somos sabios y libramos con paciencia la batalla a la que estamos destinados, podemos esperar con alegría el futuro que Cristo nos ha prometido. En el día del retorno de Cristo, se nos concederá por última vez la gracia para que podamos presentarnos sin miedo delante de Dios. En Daniel 12:3 dice: “Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad”. Este es nuestro futuro con Cristo.

Foto: NAC Eastafrica

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Joseph Opemba Ekhuya
26.07.2021
lema, Cristo, nuestro futuro