Hacer el bien con Jesús

“Es tiempo de hacer el bien”: el lema del año está dirigido sobre todo a los niños. En una serie de artículos, profesionales explican cómo hacerlo a partir de la fe. En esta ocasión: ¿Cómo aprenden los niños a distinguir entre el bien y el mal?

En la vida cotidiana junto a los niños, hay situaciones en las que los adultos dicen constantemente: “No hagas eso”, “Haz esto”, “Así no”. A veces lo explicamos, a veces nos enojamos y a veces nos preguntamos: ¿cómo aprende mi hijo a distinguir por sí mismo entre el bien y el mal?

Los niños comienzan a juzgar lo que está bien y lo que está mal desde una edad temprana, y esta capacidad se desarrolla con el tiempo. La comprensión que tiene un niño del bien y el mal se puede observar mejor cuando juega con otros niños. Por ejemplo, cuando los padres observan que su hijo le quita un juguete a otro niño, pueden enseñarle que no está bien quitarle las cosas a los demás sin su consentimiento. De este modo, sientan las bases para su desarrollo moral.

Para los cristianos, no se trata solo de cumplir las normas legales, sino también de orientar nuestro comportamiento hacia los mandamientos de Dios y el ejemplo de Jesús. La educación de los niños en el sentir de Jesús es un proceso continuo que requiere paciencia, amor y compromiso. Al integrar las enseñanzas y los valores bíblicos en su educación, los padres pueden ayudar a sus hijos a desarrollar una comprensión profunda del bien y el mal basada en un firme fundamento de fe.

Enseñanzas e historias bíblicas: los padres pueden leer y hablar con sus hijos sobre historias bíblicas con regularidad. En ellas se encuentran numerosos ejemplos de lo que está bien y lo que está mal.

La oración: los padres pueden ayudar a sus hijos a orientar su vida hacia el ejemplo de Jesús animándolos a orar con regularidad y a desarrollar una relación personal con Dios. En la oración, los niños pueden pedir sabiduría y guía para elegir entre el bien y el mal.

Ser un buen ejemplo: los niños aprenden mejor observando e imitando. Por eso es importante que los padres den un buen ejemplo de vida moral, viviendo y actuando según las enseñanzas de Jesús. De esta manera, los padres pueden animar a sus hijos a desarrollar integridad moral y responsabilidad.

Comunión: En la comunión que se experimenta en la Iglesia, los niños pueden entrar en contacto con hermanos y compañeros que los animan y los desafían a vivir de acuerdo con las enseñanzas de Jesús.

Hablar juntos: Los padres deben animar a sus hijos a hacer preguntas y a compartir sus pensamientos y sentimientos. A través de estas conversaciones, los padres pueden enseñar a sus hijos a tomar decisiones morales y a considerar las consecuencias de sus propios actos.

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Sobre la autora

Maraike Finnern trabaja como profesora y orientadora escolar en una escuela primaria de Hamburgo. Dirige el grupo de trabajo “Niños y Enseñanza” de la Iglesia regional Alemania del Norte y del Este.