El ministerio (27): El “no” no queda claro, pero es evidente

Las mujeres deben “callar en las congregaciones”. Esta es la versión más conocida del llamado mandamiento de silencio, que se encuentra en 1 Corintios 14:34. No obstante, el contexto demuestra que no se trata la prédica, sino de las preguntas que se pueden llegar a plantear cuando se está aprendiendo.

Sin embargo, 1 Timoteo 2:12 dice claramente: “No permito a la mujer enseñar”, sino “estar en silencio”. Y en griego, “enseñar” es la misma palabra que aparece en la gran comisión de Jesús a los discípulos: bautizar y enseñar a todas las naciones. El autor de esta frase quiere prohibir que las mujeres prediquen el Evangelio.

Pero, ¿quién es este autor?

Bajo el nombre del maestro

La mayoría de los eruditos que estudian la Biblia están seguros de que no fue el Apóstol Pablo quien escribió la primera epístola a Timoteo, sino uno de sus discípulos. Que los alumnos escribieran bajo el nombre de su maestro era bastante común en la antigüedad y ni siquiera se consideraba de mala reputación.

La suposición de una autoría diferente no se basa en meras conjeturas, sino en hechos verificables. Estos incluyen, entre otros:

• El vocabulario y la estructura de las frases de las llamadas epístolas pastorales (Timoteo, Tito) difieren notablemente de las epístolas a las comunidades (Romanos, Corintios, Gálatas, etc.). Así lo demuestran los análisis estadísticos.
• La información de las epístolas pastorales sobre el destino y el itinerario del Apóstol no coincide con la de las otras epístolas.
• Las epístolas pastorales abordan temas que no desempeñan ningún papel en las epístolas a las comunidades. Mientras que Pablo solía ocuparse sobre todo de la fe que justifica, la conservación de la doctrina tradicional aparece de repente en primer plano.

Si el Apóstol no fue el autor, ¿cómo debe evaluarse el enunciado sobre la prédica del Evangelio por parte de las mujeres?

La autoridad viene de Dios

La asamblea de Apóstoles de Distrito dio su respuesta a esto en su sesión de noviembre de 2021. La correspondiente resolución decía:

• “Dios es el verdadero autor de los libros bíblicos. La autoridad de las escrituras bíblicas se basa en su inspiración divina y no depende de los redactores, sean o no Apóstoles y profetas.
• En este sentido, la constatación exegética de que una escritura procede o no de tal o cual autor no tiene relevancia alguna para la autoridad de esa escritura.
• La autoridad magisterial del apostolado no sirve para resolver problemas exegéticos individuales. Antes bien, está dada para garantizar la pureza de la doctrina de la Iglesia y su anuncio”.

Esto significa, en resumen, que el problema de si las epístolas pastorales fueron escritas por Pablo o por discípulos de Pablo no es relevante para la doctrina de la Iglesia Nueva Apostólica. Puesto que las epístolas pastorales pertenecen al Nuevo Testamento, son vinculantes.

Pero, ¿no resuelve esto ya la cuestión de la ordenación de mujeres?

El panorama general cuenta

No, porque ahora lo que cuenta es el contexto. La Iglesia no puede basar su doctrina en un solo versículo de la Biblia. Eso sería arbitrario. Porque en la Biblia siempre se puede encontrar un versículo adecuado para justificar cualquier cosa. Quien se toma en serio la doctrina debe, por ende, considerar ampliamente los hallazgos bíblicos.

Y para el pasaje que es importante aquí, destaca 1 Timoteo 2:11-15:

• El mandamiento de silencio contradice a 1 Corintios 11:5, donde a las mujeres se les permite profetizar, como proclamación de la palabra de Dios.
• La justificación teológica del mandamiento de silencio contradice a afirmaciones de la epístola a los Romanos.
• El autor no cita un mandamiento divino, sino solo su propia autoridad y las directrices culturales de su entorno social.

Los próximos episodios de esta serie abordarán estos aspectos.

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