La reina de la noche en Lubumbashi

La orquesta que lleva el nombre francés de “Orchestre Néo-Apostolique de Lubumbashi” (O.N.A.L.) existe desde hace tres años, un periodo bien empleado. El 15 de julio de 2017, los músicos ofrecieron el concierto inaugural con motivo de la visita del Apóstol Mayor. ¡Y fue un éxito total!

¿Cuáles son las partituras que las orquestas y los coros africanos ejecutan mejor? ¿Música europea o tradicional africana? Es, sin duda, una pregunta difícil de responder. En su primer concierto público, la orquesta y el coro de la Iglesia Nueva Apostólica en Lubumbashi ofrecieron la ejecución de ambas. Estuvieron presentes tanto la música clásica como la tradicional y ambos estilos sonaron bien.

“Queremos alentar a los jóvenes músicos a sumar sus talentos al trabajo en la Iglesia”, dijo el Apóstol de Distrito Tshitshi Tshisekedi. Así fue que en noviembre de 2014 se reunieron 60 instrumentistas y 120 coreutas. El Apóstol de Distrito comenzó disculpándose, porque todavía no se había alcanzado el máximo nivel de profesionalismo. Lo hizo con unas simpáticas palabras: “El primer avión tampoco logró atravesar el Atlántico”. Pero en vista del programa y de la intensidad con que se interpretaron las obras, no hubiera sido necesario disculparse.

Desde Rutter hasta Haydn

Hubo interpretaciones tanto de John Rutter como de Gabriel Fauré. El “Cantique de Jean Racine” de este compositor comienza casi en silencio, de manera contenida, en sublime crescendo. En los pasajes difíciles de este himno inicial, Higelin Lubanda a cargo del órgano, interpretaba con maestría cada pie para dar entrada al coro. Tampoco podía faltar “Il Divo”: cuatro cantores con voces muy potentes interpretaron en italiano el “Ti amero” de este conjunto vocal. En este cuarteto también canta el Obispo Dieudonné Ngombo, el director musical de este encuentro realizado al anochecer.

Por supuesto que las interpretaciones tradicionales no podían faltar. La primera fue “Avuke kile amasango”, un spiritual sudafricano de fino estilo. También se destacó “Witness”, otro spiritual que relata sobre Jesús y Nicodemo: el hombre debe nacer de nuevo…

Coro de adultos y de niños

Luego fue el momento de los niños. Los 120 coreutas comenzaron a retirarse del escenario para dar lugar a 164 niños. ¡Y qué bien cantaron! En especial salió excelentemente lograda la obra “Bananga twimbile Nzambi”. A todos los presentes les agradó el texto del himno: “Somos amigos que le cantan una canción al Señor”. Esta interpretación mereció un aplauso especial.

Intercambio cultural del bueno

De nuevo, los adultos reemplazaron a los jóvenes en el escenario. Los cánticos del Himnario congoleño de la Iglesia se alternaban ahora con repertorio clásico. Resonaron por ejemplo la Reina de la Noche, el aria de la Flauta Mágica de Mozart, o la Misa Santa de Joseph Haydn, todos con entusiasmo, maestría, voces impresionantes y al estilo africano. Un hermoso ejemplo del intercambio cultural que traspasa las fronteras de los países y de las épocas.

Fue un concierto extraordinario y grandioso. La noche anterior, el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider había estado junto a los responsables musicales y les dirigió una palabra como Presidente de la Iglesia: no se trata del propio honor ni de cumplir con requisitos profesionales. En una Iglesia, lo más importante, en primer lugar, es dar gloria a Dios. “Sirvamos a Jesús”, escribió el Apóstol Mayor en el libro de visitas. Y así sucedió. Aunque se percibía una profunda inspiración en cada integrante, el concierto no fue sólo un hecho artístico en sí mismo. Primordialmente, Jesucristo estuvo en el centro. Para el Señor es toda gloria.

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