¡Levántate!

Una sola vez el Nuevo Testamento habla de una "mathetria", una discípula. Y su aparición sólo se extiende por siete versículos. No obstante, su destino tiene algo decisivo para decir: se trata de la vida y la muerte.

Una heroína silenciosa de la fe es presentada de pronto en los Hechos 9:36-42 entre las proezas de los fundadores: después de la conversión de Pablo al cristianismo y antes de la conversión de Pedro para misionar en todas las naciones.

Es probable que se hubiese dedicado al trabajo manual: hilar, tejer, coser, ¿quién sabe? De todos modos, pasaba mucho tiempo fabricando ropa y vestimenta para los pobres y desprotegidos, a los que se la regalaba. ¿Pero nos hubiésemos enterado de su nombre si no hubiese sido una de las personas que fueron resucitadas de la muerte?

En el espejo de los ejemplos

Tabita era el nombre de esa benefactora que enfermó y murió; "Dorcas" en griego, "Gacela" en español. El que la trajo de nuevo a la vida fue Pedro. Y la forma en que esto sucedió es el reflejo de las tres resucitaciones de su Señor y Maestro Jesucristo:

  • Los que lloraban fueron "echados fuera", así, literalmente, sacados del recinto donde estaba el féretro, igual que lo sucedido con la hija de Jairo.
  • Pedro oró a Dios, igual que Jesús con Lázaro.
  • Y al final el que fue resucitado se incorporó de su lecho, igual que el joven de Naín.

En el aposento como escenario se reflejan además dos ejemplos del Antiguo Testamento: en un lugar así, Elías resucitó al hijo de la viuda de Sarepta. Y Eliseo resucitó al hijo de la mujer sunamita. Ya aquí fue un alumno el que siguió las huellas de su maestro.

Una palabra en lugar de usar el cuerpo

Pero mientras Elías y Eliseo necesitaron usar su cuerpo para realizar el milagro, para Jesús y Pedro bastó una simple orden: "¡Levántate!". Esto demuestra que en el nuevo pacto sucede mucho más que con los profetas. Existen algunas resucitaciones, pero sólo una resurrección. Cristo tiene el verdadero poder que trasciende toda muerte. Él da nueva vida, vida eterna.

"Anistemi" es en griego esa simple palabra que aquí en los Hechos aparece cinco veces en ocho versículos. El vocablo griego tiene un amplio espectro de significados. Entre ellos, por ejemplo:

  • "despertar" a una persona que duerme,
  • "levantarse" cuando uno estuvo golpeado por una lucha o una enfermedad, o
  • "ponerse en marcha" para un viaje.

Esto está muy bien, ¿pero qué tiene que ver con nosotros hoy?

Llamado para despertar a la nueva vida

En primer lugar, en el ministerio de Apóstol obra el poder de Jesucristo. El verdadero Apóstol nos llama a la nueva vida, nos despierta suave e insistentemente. Vuelve a levantar a los caídos y dispersados para ponerlos en medio de la comunidad. Tiende una mano de ayuda para que los creyentes se puedan poner en marcha para su viaje.

Nada de eso hace el Apóstol a fin de ejercer control o bien lograr reconocimiento. "Jesucristo te sana", dice Pedro justo antes del informe sobre Tabita, cuando sana al paralítico Eneas. Y además: "Haz tu cama", hazla tú mismo.

Esto significa: ¡Levántate! Párate sobre tus propias piernas. Hazte cargo de la responsabilidad por tu propia vida. Párate con tus dos piernas sobre el piso de los hechos divinos. Ocúpate de tu alma. Enderézate, lleva con tu cruz, vive tu fe. Y levanta la cabeza, dirige la mirada hacia la meta, mira de lejos el cielo abierto.


Foto: Dewald Kirsten / fotolia

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