En foco 15/2023: Con Cristo

Un joven de doce años va adelante como el buen ejemplo. Ya con doce años fue importante para Jesús entender la voluntad de su Padre. A fin de año, el Apóstol de Distrito Peter Schulte (Pacífico Oeste) echa un vistazo a las dos palabras “con Cristo” del lema del año.

Estamos llegando al final del año 2023. Los pensamientos e impulsos con los que nos ha enriquecido el lema del año: “Servir y reinar con Cristo” no se quedan obsoletos, sino que seguimos trabajando con ellos y los aplicamos en nuestra vida.

“Servir” suele considerarse algo negativo. Servir puede verse como un acto forzado. Las personas que sirven pueden ser vistas como sumisas o humildes. Por el contrario, “reinar” se percibe como ejercer el control, posiblemente poder o incluso dominar a los demás. Reinar parece estar más en consonancia con nuestra naturaleza humana, que incluye nuestro propio libre albedrío.

Las dos últimas palabras de nuestro lema, “con Cristo”, suavizan la influencia humana y dan una perspectiva diferente a “servir” y “reinar”. Cristo es nuestra ayuda, seguridad y ejemplo para servir y reinar de manera que sea de alegría y bendición para nosotros y para nuestro prójimo.

Cuando tenía 12 años, Jesús tenía muy claro cuál era su pasión y su propósito. “En los negocios de mi Padre me es necesario estar”. Cristo no fue obligado a servir, sino que con su propia voluntad se apasionó por hacerlo. En el mismo relato de la Biblia podemos leer que Jesús estaba en el templo sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Tenía un deseo personal de crecer en la comprensión de la voluntad de Dios. Podemos leer que la gente se maravillaba y se sorprendía de sus enseñanzas, que se manifestaban en la forma en que vivía su vida. Su servicio era un equilibrio de comprensión, empatía y estar motivado por el amor.

El reinado de Cristo era evidente en la claridad con la que podía identificar claramente la tentación de Satanás de lo que era la voluntad de Dios. Su fortaleza consistía en tomar decisiones y poner en práctica lo correcto, y la autoridad con la que enseñaba e interpretaba las Escrituras. El poder con el que era capaz de hacer milagros. La concentración que mantuvo en su misión de Redentor.

Desafortunadamente, no estamos a la altura del ejemplo de Cristo, sin embargo, cuanto más permitamos que el Espíritu Santo nos guíe hoy, más serviremos con comprensión y amor. Progresaremos para reinar con una humildad con convicción. Lo haremos sabiendo que Cristo está con nosotros. Esto no solo nos alegrará a nosotros y a nuestro prójimo, sino que también alegrará a nuestro Padre celestial.

Esperamos el día en que, con nuestro cuerpo resucitado serviremos y reinaremos perfectamente al lado de Cristo.

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