El ministerio (21): La supuesta ley

El hombre “se enseñoreará” de la mujer. Algunos citan estas palabras del Génesis en contra de la ordenación de mujeres. Pero Dios no formula aquí la voluntad del Creador o un mandamiento, sino que predice las consecuencias de la caída en el pecado. Una mirada más atenta a la Biblia lo demuestra.

El hombre y la mujer han sido creados juntos e igualmente a imagen de Dios. Así lo relatan tanto la versión corta como la versión larga de Génesis 1+2. Tienen el mismo valor, la misma dignidad y el mismo encargo de dar forma al mundo en que viven.

Pero entonces la relación perfecta se rompe.

Ruptura de la relación

Los seres humanos transgreden el mandamiento del Señor. La caída en el pecado lo cambia todo. En lugar de recoger frutos en el huerto del Edén, está previsto el duro trabajo de labrar el campo. La vida queda marcada por el sudor y el dolor. Esto es lo que Dios les dice a los seres humanos en Génesis 3.

Y es en este punto donde la Biblia parece establecer por primera vez una diferencia entre el hombre y la mujer: “... y él se enseñoreará de ti” (versículo 16). Este “señorío” del hombre se expresa de inmediato cuando Adán llama el nombre de su mujer, Eva, como ya ha hecho con los animales en el capítulo 2.

¿Un mandamiento de Dios?

Algunos estudiosos de la Biblia descubren aquí un argumento contra la ordenación de mujeres a un ministerio espiritual. Pues ven en el Génesis un juicio divino tras la caída en el pecado. Y esto daría lugar a un orden del pecado que sustituiría por el momento al orden de la creación.

Estos exégetas establecen la conexión con el tema del ministerio a través de 1 Corintios 14:34. Según este pasaje bíblico, las mujeres deben callar en las congregaciones y estar sujetas, “como también la ley lo dice”. Este mandamiento, que no se especifica en el Nuevo Testamento, encuentra este punto de vista en “él se enseñoreará de ti”.

Futuro en lugar de presente

¿Es este realmente un mandamiento de Dios? No, dicen muchos otros estudiosos. Esto se desprende claramente del contexto de muchas palabras similares dirigidas a la mujer y al hombre: “con dolor darás a luz los hijos” o “con el sudor de tu rostro comerás el pan”. Todos estos son hechos que un ser humano no puede decidir a voluntad.

Por no hablar de que “espinos y cardos te producirá [el campo]”. En todos ellos se utiliza el futuro: “darás a luz”, “comerás”, “producirá”.

Pronóstico en lugar de precepto

¿Establece Dios así un nuevo orden? No, dicen estos exégetas. Porque si el señorío del hombre sobre la mujer fuera una predeterminación, entonces el trabajo de labrar el campo también tendría que ser una predeterminación. Entonces, cualquier cosa que facilite el trabajo en el campo, como ser el uso de fertilizantes o herramientas, sería una violación del orden divino. Si lo uno es absurdo, lo otro también.

Lo que queda es la afirmación: con “él se enseñoreará de ti”, Dios no crea un nuevo orden ni un nuevo mandamiento, sino que predice las consecuencias negativas de la caída en el pecado.

Permitido en lugar de deseado

¿Y cómo lo ve la Iglesia Nueva Apostólica? El Catecismo lo deja claro: A causa de la caída en el pecado “se quebró la relación inmutable con Dios” (Catecismo INA 4.2.1.1). “Esto también trae perjuicios en la relación de los hombres entre sí, así como en la relación de los hombres con la creación”.

Pero: “Dios no creó el mal como tal. De esa manera, no forma parte de lo creado positivamente, sino que fue permitido” (Catecismo INA 4.1). Incluso la creación caída es un testimonio del obrar del Creador, que ha encontrado bueno todo lo que ha hecho (Catecismo INA 1.1.1).

Esto significa que lo decisivo no son las consecuencias negativas de la caída en el pecado, sino el orden que Dios creó positivamente. Esto vale también para la relación entre el hombre y la mujer. El objetivo al que debemos orientarnos no es, pues, la disparidad a partir de la caída en el pecado, sino la igualdad a partir de la voluntad de creación a semejanza de Dios.

Objetivo: volver a ser perfectos

Este objetivo también queda claro en la doctrina de la Iglesia Nueva Apostólica sobre las cosas futuras. Según la misma, los que participen de la Primera Resurrección están llamados a servir y reinar en el reino de paz con Jesucristo (Catecismo INA 10.6).

“Los hombres y las mujeres están igualmente llamados a ser primicias y, por tanto, al sacerdocio real”, enfatiza la carta doctrinaria sobre la ordenación de mujeres en el número especial 3/2022 de los Pensamientos Guía: “Esta vocación escatológica, que es para el futuro, sugiere que el hombre y la mujer pueden, incluso ahora, servir a la salvación del prójimo también a través de la autoridad ministerial”.


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Andreas Rother
05.01.2023
ministerio, declaraciones doctrinales