Volver a aprovechar una fuente de energía probada
“Orar funciona”. Este es el lema de la Iglesia Nueva Apostólica para el año 2024. En su alocución de Año Nuevo, el Apóstol Mayor explica cómo funciona la oración y da los primeros impulsos sobre cómo se puede volver a aprovechar la oración como fuente de fuerza.
Amados hermanos y hermanas:
Independientemente de lo que experimentemos en el próximo año, existe una fuente de fortaleza, a menudo subestimada: ¡nuestra oración personal! Estamos absolutamente convencidos de que ¡orar funciona!
Y me gustaría que este fuera nuestro lema para 2024: ¡Orar funciona!
Como siempre, nuestro modelo a seguir es Jesucristo. Él mantuvo conversaciones íntimas con su Padre. Oró por los suyos y hoy intercede por nosotros. Sus oraciones son efectivas. Esto nos reconforta y nos da confianza para el nuevo año.
¿Cuáles son los efectos de la oración?
La oración nos hace agradecidos: De hecho, orar es agradecer. Es alabar, dar gracias y adorar. Pero no siempre tenemos ganas de alabar, por el contrario, muchas veces preferimos quejarnos o murmurar. En esos momentos, es importante reflexionar sobre lo que Dios ha hecho por nosotros: Él nos ha fortalecido, protegido y bendecido. Y eso nos hace agradecidos.
La oración nos hace misericordiosos: Nuestras intercesiones están inspiradas en Jesús. En la intercesión, nos distanciamos de nosotros mismos y de nuestros propios deseos, y dirigimos nuestra atención a las necesidades y requerimientos de nuestro prójimo. Oramos por nuestros semejantes, porque nos preocupamos por su bienestar. Queremos más que solo compadecernos o sentir lástima. Seamos más bien activos y reconfortemos, fortalezcamos y ayudemos a los demás.
La oración nos hace fuertes: No oremos solo por si acaso, pensando: “Quizá funcione”. Nuestra oración está basada en nuestra experiencia: sabemos que Dios ayuda. Incluso si su respuesta a veces nos sorprende, nuestra confianza en Él nos da seguridad. Y esto nos fortalece para seguir en nuestro camino.
La oración nos santifica: Cuando vamos a un lugar tranquilo a orar, el ruido del mundo se silencia y nuestra relación con Dios pasa a primer plano. Como Jesús, vayamos al desierto o a un monte: alejémonos de las influencias externas y adoptemos una perspectiva diferente. Hacer esto nos ayuda a mantener la serenidad en estos tiempos tan agitados.
La oración nos une: Oramos el Padre Nuestro no solo unos con otros, sino también unos por otros. Toda la comunidad ora por tu pan de cada día o por el perdón de tus pecados. Cuando oramos, estamos todos juntos ante Dios.
Hasta aquí los efectos. Pero ¿qué ocurre con nuestra práctica de la oración? Solo algunas pistas:
Oremos siempre: No deberíamos orar a Dios solo cuando nos va particularmente bien o particularmente mal. Oremos en cada situación.
Oremos sinceramente: La oración es más que una simple meditación. Es nuestro diálogo personal con Dios. No podemos ocultarle nada. Él nos responderá. Seamos sinceros y serios cuando se trata de nuestra oración.
Oremos juntos: Esto se aplica no solo a la comunidad, sino también a las familias y las parejas. Quienes oran juntos, se abren unos a otros. Esto genera cercanía y refuerza los lazos entre unos y otros.
Pidamos siempre en el nombre de Jesús: El Hijo de Dios nos enseñó a siempre orar primero por nuestra salvación eterna. Porque entonces podemos estar seguros de que “todo cuando pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará”.
Amados hermanos y hermanas,
entonces aprovechemos el poder de la oración y démonos cuenta de su grandeza. Este es nuestro programa para 2024.
Os deseo a todos un año nuevo lleno de bendición.
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Andreas Rother,
Simon Heiniger,
Kevin Sargant
31.12.2023
¡Orar funciona!
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