Los Sacramentos (60): Un orden para el más allá

El tema tuvo un comienzo turbulento. Pero paso a paso, la Iglesia Nueva Apostólica puso en orden sus Sacramentos para los difuntos. Y una vez que estuvo en orden la práctica, también lo estuvo la teoría. La historia a grandes rasgos.

Al principio, había mucha euforia por los Sacramentos para los difuntos. El hecho de que el Apóstol administrara el Bautismo con Agua o el Bautismo del Espíritu, y el momento en que lo hiciera, lo determinaban las profecías de la comunidad. Quién serviría de representante de los difuntos también lo regulaban las visiones. En los primeros años, hasta se pensó que habían sido sellados Lutero, Calvino y otros.

Madres de la fe y vasos ministeriales

La década en torno a 1910 hizo que el entusiasmo pasase hacia aguas más tranquilas. Poco a poco se fue suprimiendo la costumbre de nombrar individualmente a los fallecidos que recibían los Sacramentos. El Apóstol Mayor Niehaus celebraba regularmente Servicios Divinos en ayuda para los difuntos el día de San Esteban, y en los años 20 a veces también el lunes de Pentecostés.

Y la asamblea de Apóstoles resolvió la cuestión de los representantes: dos “vasos ministeriales” debían “servir de cestas”. Normalmente eran una mujer para las mujeres, un hombre para los hombres, por lo general el Diácono más antiguo y la Diaconisa más antigua, un ministerio que todavía existía en aquella época. Para los Bautismos se necesitaban dos mujeres, las “madres de la fe”. En los casos de niños fallecidos prematuramente, también se permitía a los padres oficiar de representantes. Desde 1930, el servicio de “vaso ministerial” quedó reservado a los portadores de ministerio.

Dos en el altar tres veces al año

El modelo explícito de esta doble representación era la “Santa Cena para los muertos”, que según fuentes holandesas se celebró desde 1886. El Apóstol Mayor Krebs reguló esta cuestión en 1898. En este caso, había dos “vasos ministeriales”: por un lado, el “recipiente ministerial”, que recibía el pan y, por el otro, el “cáliz ministerial”, que recibía el vino. Pues aún no se había inventado la hostia nuevoapostólica combinada.

Desde entonces, la Santa Cena para los muertos debía celebrarse tres veces al año. Esto sirvió de modelo incluso medio siglo después. En 1954, el Apóstol Mayor Bischoff dispuso la misma frecuencia para otros Sacramentos para los difuntos, con un ritmo que sigue siendo válido hoy en día. Y al igual que el “Padre de la unidad” Krebs, justificó este número con las obligaciones del pacto de Éxodo 34:23.

Indicaciones sobre el abrir

Después de 1898, 1910 y 1954, el año 2001 marcó el cuarto gran hito en la historia del Servicio Divino en ayuda para los difuntos: “No hay necesidad imperiosa de abrir los accesos al altar y al reino de Dios por medio de una oración especial del Apóstol Mayor antes de un Servicio Divino de ayuda para los difuntos”, decía una carta doctrinaria en ese momento.

El Apóstol Mayor Krebs ya había hablado de abrir los ámbitos del más allá. Su Apóstol Mayor Bischoff lo proclamó como ritual en la oración inicial del Servicio Divino en ayuda para los difuntos. Teniendo en cuenta los husos horarios de todo el mundo, el Apóstol Mayor Schmidt trasladó el acto al día anterior. El Apóstol Mayor Urwyler llegó a la conclusión de que los fallecidos no están ligados al tiempo y al espacio. Y bajo el Apóstol Mayor Fehr, el número especial de los Pensamientos Guías 3/2001 lo dejó claro: “Los ámbitos del más allá están abiertos a través del sacrificio una vez traído y eternamente valedero de Jesucristo”.

Entre la teoría y la práctica

Queda por mencionar el año 2005. Fue entonces cuando se publicó el folleto “Los cristianos nuevoapostólicos y la fe en el más allá”. Fue la primera obra en 70 años que publicó enunciados doctrinarios de la Iglesia sobre este tema después de “Destellos de luz al reino de los muertos” (1905) y “La vida después de la muerte” (1935).

Mientras que los mencionados predecesores basaban el concepto de los difuntos principalmente en los informes de las experiencias de los creyentes, “Los cristianos nuevoapostólicos y la fe en el más allá” se esforzaba por derivar sus enseñanzas de la Biblia. Sin embargo, este folleto no pretendía hacer declaraciones doctrinarias, sino solo resumir la enseñanza y la práctica de la época.

Así, este folleto fue un paso importante en el camino al gran libro de fe. El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica, publicado en 2012, completó el enfoque de presentar el concepto de los difuntos con responsabilidad teológica. En la próxima entrega de esta serie, se explicará cómo es esta práctica en la actualidad.


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