Pocas frases con mucha sustancia

El Padre Nuestro tiene 2000 años y se considera la oración central de los cristianos. Ha conservado su lugar en las Sagradas Escrituras y en las comunidades cristianas de todo el mundo hasta el día de hoy. ¿Qué expresa esta oración?

Las prédicas nuevoapostólicas de septiembre tratarán sobre los enunciados centrales y las peticiones del Padre Nuestro. La oración que Jesús enseñó a sus discípulos es, por así decirlo, un patrón para todas las oraciones: contiene el equilibrio entre alabanza, agradecimiento, petición e intercesión. Al mismo tiempo, es una oración anclada en la liturgia nuevoapostólica que toda la comunidad ora al comienzo del festejo de la Santa Cena. Además, cada creyente puede incorporar el Padre Nuestro en su vida de oración individual. Especialmente cuando le resulta difícil formular una oración.

¿Santificamos a Dios?

“Santificado sea tu nombre”. Esta exclamación está al principio y es un reconocimiento y, al mismo tiempo, un propósito. Cada creyente tiene el deber de honrar el nombre de Dios y utilizarlo con cuidado. Honra y alaba el nombre de Dios –en sus palabras y sus obras– expresando así su estrecha relación con Dios. Si Jesús en su momento nos advirtió que al orar no usáramos demasiadas palabras, ¡detrás de su llamado a mantener santo el nombre de Dios se resume en una sola frase la vida entera de una persona temerosa de Dios!

¿Ya está aquí el reino de Dios?

La prédica del segundo Servicio Divino de septiembre tiene por objeto la petición: “Venga tu reino”. Este reino no es monosilábico, unicelular, sino que tiene varios horizontes de experiencias: A través de cada encuentro con Jesucristo se hace tangible el reino de Dios –la Iglesia de Cristo nos acerca el reino de Dios hoy– y el punto final del reino de Dios está oculto en la nueva creación. Experimentar ahora, prepararse para más adelante, estos son los polos del reino de Dios. Ya era así en tiempos de Jesús: Él vino y con Él se acercó el reino de Dios a los hombres. No muchos lo pudieron entender inmediatamente. Y predicó sobre el venidero reino de Dios y que la comunidad del Señor se preparara para él. “Mi reino no es de este mundo” y, sin embargo, ¡el reino terrenal de Dios y el reino eterno son uno en su orientación elemental!

¿Dios decide?

“Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”, esto se puede orar rápidamente, en especial durante la ejecución de la liturgia. ¿Pero qué dice realmente? Dios gobierna el cielo y la tierra; el plan de redención se cumple de acuerdo con su voluntad. Y si le dejamos la voluntad a Él, expresamos con ello que sus mandamientos deben definir nuestros pensamientos y nuestras acciones. Es Él el que dice la última palabra, es Él el que decide. Espera de nosotros la fe en Jesucristo, que sigamos los mandamientos, que nos amemos a nosotros mismos y a nuestro prójimo. “¡Es así de simple!”.

¿Dios tienta?

La prédica del último domingo de septiembre aborda la tristemente célebre petición de la oración del Señor: “Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal”. Se han escrito infinidad de libros sobre esta frase. ¿Dios tienta al hombre o no? No, Dios no tienta, pero permite las tentaciones. Estas ocurren de todos modos en la vida del creyente. Jesús tuvo que vencerlas incluso antes de poder enseñar y predicar. Su desierto es nuestro desierto. El cristiano creyente también debe pasar por tentaciones y crecerá a través de ellas. Porque si Dios permite una prueba de fe, no es para hacer caer al hombre, sino para que la fe se acredite y así pueda fortalecerse.

Esta petición del Padre Nuestro, por lo tanto, es una cuestión vital sin igual: Rogamos a Dios que las tentaciones no se hagan demasiado fuertes y que nos proteja en ellas. ¡Vivimos en la certeza de que Dios nos asiste en el peligro! Desde la perspectiva de Dios, la prueba de la fe tiene una función exclusivamente positiva. No se cancela por la intención negativa del diablo.



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Peter Johanning
31.08.2020
servicio Divino