Los Sacramentos (55): El amor ilimitado de Dios

Tres pilares sostienen la transmisión de salvación para los difuntos como la interpreta la Iglesia Nueva Apostólica. El número uno es la respuesta a la pregunta: ¿Qué quiere Dios? La Biblia tiene mucho que decir al respecto, a saber: que todos los seres humanos sean salvos.

Voluntad salvífica universal de Dios: Los teólogos utilizan este término para referirse al propósito de Dios, nacido del amor, de poner su salvación a disposición de todos los seres humanos. La primera epístola a Timoteo es el testimonio más claro de que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos”. Pero este no es en absoluto el único pasaje de la Biblia que expresa este propósito tan amplio.

Para todas las naciones de la tierra

Esto ya comienza en el Antiguo Testamento: el pacto establecido con Noé, sellado con el arco iris, se aplica a “toda carne que está sobre la tierra”. Y el pacto con Abraham promete que a través de su descendencia “serán benditas todas las naciones de la tierra”.

Los profetas dibujan un futuro cuya salvación no se limita en absoluto al pueblo de Israel: Dios hará “a todos los pueblos banquete”, dice Isaías. “A ti vendrán naciones desde los extremos de la tierra”, añade Jeremías.

Y los Salmos muestran a Dios como Rey y Juez escatológico de todos los seres humanos: “Cantad a Jehová, toda la tierra”, comienza Salmos 96. “Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud”, termina Salmos 98.

Una casa o el mundo entero

En la encarnación de Dios, la voluntad salvífica en un primer momento parece limitada: “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”, dice Jesús. Sin embargo, sus parábolas y milagros ya apuntan más allá.

Por ejemplo, cuando Jesús sana al criado del centurión de Capernaum: “Vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos”, es su profecía.

Y cuando los discípulos quieren interpretar la parábola de la cizaña en el campo, Jesús explica: “El campo es el mundo”, y no solo la pequeña franja de tierra en el extremo oriental del Mediterráneo.

Salvador de toda la humanidad

Después de Pascua, queda finalmente claro a quién va dirigida la salvación recién adquirida. El propio Jesús lo deja claro con la comisión universal a los Apóstoles: hacer discípulos “a todas las naciones”, predicar el Evangelio “a toda criatura” y ser testigos de Cristo “hasta lo último de la tierra”.

Y así lo proclaman las epístolas del Nuevo Testamento: el Dios viviente “es el Salvador de todos los hombres”. Entre Dios y los hombres solo hay un mediador: “Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos”. Porque “por todos murió”, y lo hizo para el perdón de los pecados, “no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”.

Más allá de toda frontera

La voluntad salvífica universal supera todas las fronteras, no solo las geográficas, sino también las culturales, de estatus y de género: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”, declara el Apóstol Pablo.

Entonces, ¿la muerte le pone fronteras al propósito divino? Difícilmente, si nos sirve de referencia la epístola a los Romanos: “Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los vivos”.

Con esto queda claro para la Iglesia Nueva Apostólica:

  • La voluntad de salvación de Dios es para todos los hombres en todos los tiempos (Catecismo INA 4.4 ).
  • A través de Jesucristo, la salvación se hizo accesible a todos los seres humanos, tanto a los que viven como a los muertos (Catecismo INA 4.4.2 ).
  • Su Evangelio es igualmente válido para ambos (Catecismo INA 9.6.3 ).
  • El encargo de Jesús de anunciar el Evangelio, perdonar los pecados y administrar los Sacramentos, es cumplido por los Apóstoles en los que viven como en los muertos (Catecismo INA 9.6.3 ).

¿Sacramentos para los difuntos? Esto no contradice la voluntad salvífica universal de Dios, sino todo lo contrario. ¿Y qué sucede con la actividad de Jesús? La respuesta es discutida en lo que se refiere a los hechos, pero tiene una convicción común. Este es el tema de la siguiente parte de esta serie.


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